Yo recibí mi primera hostia a los siete años y me gustó, era monaguillo en esa época y me comía todas las que podía de la sacristía del cura y su vino dulce para las misas que estaba delicioso...
Pero después de eso recibí muchas mas hostias, (en España, bofetadas, golpes...)
esos que la vida y la gente te da sin manos y que en mi caso particular no me hizo mas agresivo,
me enriqueció como persona y me hizo ser mas sabio, fuerte y mas humano, por que me hizo comprender mejor el sufrimiento ajeno.
Entendí a lo largo de mi experiencia, que otras personas están tan necesitadas como yo de la amabilidad
y que la proyección que damos de nosotros mismos afecta negativa o positivamente en los otros.
Si proyectamos amabilidad y simpatía, es muy probable que nos devuelvan una sonrisa amable,
afectuosa, incluso si el individuo en cuestión en su fuero interno esta triste, por que no hay nada mas positivo
y beneficioso para nosotros mismo que rodearnos de armonía y buenas vibraciones.
Casi permanentemente estoy sonriendo y proyectando de mi una imagen mas humana por propia necesidad,
es esa de sentirme feliz con los que me rodean y a veces lloro por dentro riéndome por fuera,
por que tengo muy claro que esa actitud al primero que beneficia es a mi mismo...
Que sus hostias, esas que le dio la vida y la gente, no le amarguen la existencia y sean felices.
Por su propio bien, Sean prácticos y sonrían siempre.
A todos nos dieron hostias
la primera consagrada
después te llueven miles
que nubla hasta la mirada.
No te dejes vencer
por tan innoble cuestión
mantén tu cariño y fe
en tu noble corazón.
Solo tu haces camino
en el fondo de tu alma
no te abrumes con rencores
y siempre conserva tu calma.
La felicidad no es un regalo
que la vida te concede
es ese bien preciado
que poca gente comprende...
Ángel Reyes Burgos