DECIR ADIÓS
Decir adiós, buenamente,
sonriendo, desde la tristeza,
mirándonos, sintiéndonos desolados,
con la voz quebrada,
a punto de romper en llanto.
... Así se vive,
en los andenes,
en los aeropuertos,
en las terminales de bus,
en los muelles portuarios.
Alguien se va,
en busca de nuevos horizontes,
o en viaje de estudios,
o regresan a su lugar de origen,
otros retornan a sus trabajos,
se van, dejando su adiós, a familia, amigos,
a enamoradas novias, o novios.
Son esas separaciones
a las que la vida somete,
a veces buscada, otras impuestas
por distintas circunstancias.
Pero...siempre son adioses,
aunque los sepamos no definitivos,
aun sabiendo el rencuentro cercano,
o tal vez no tanto,
Pero...siempre son adioses
que lastiman, hieren el alma.
Y partirán los trenes,
levantarán vuelo los aviones,
comenzarán a rodar los buses,
zarparán los barcos.
Quedarán los adioses suspendidos en el aire
se agitarán pañuelos enjugando lágrimas
y corazones apretados en el pecho.
¿Quién no vivió o sufrió un adios?
¿quién no llevó un adiós clavado en sus oídos,
mientras se alejaba?
¿A quién no se les secó un adiós en su garganta
sufriendo la partida de sus afectos?
¿A quién no le cuesta decir adiós?
¿A QUIEN NO?
Nicolás Ferreira