Ver que entre las penumbras
me refugio con miedo.
Sin poder vislumbrar:
que no quiero el olvido,
pero me olvido de lo añejo.
Tu voz siempre como el hielo
y tus hostiles gestos,
igual al comienzo.
¿Dónde empieza este latir tan turbulento?
En lo oscuro, en un ávido silencio.
No te escucho, no te siento.
Duermo, sueño y muero.
Sin embargo, sigo sufriendo.