En las sombras inertes de la incertidumbre
Se consume la calma impacientemente
Se ha de disipar mi alma en la lumbre
Igual que las palabras del que miente
Perdóname señor por que he pecado
Y ruego ante tus pies en mi delirio
Soy culpable de lo que ha pasado
Y no alcanzaré a pagar con el martirio
No soy merecedor de tu clemencia
Castígame con el torrente de temores
Y cuida a mis hijos que en mi conciencia
Navegaran errantes por mis errores
Maldito soy y cruel por la indiferencia
Que ayer mostré en el camino
Y este sufrimiento es consecuencia
Morir, sufrir, es mi destino.