Mañana de domingo,
el sol que destella entre las hojas muertas de los àrboles,
el cielo azul, tan azul como entonces,
mis pensamientos que viajan a èse entonces,
y tener presentes tus ojos
esos ojos de mirada fija, que miraban como miras la vida,
de frente, sin concesiones, ni vueltas,
y la mañana frìa, como hoy,
y Salta, que nos cobijaba en nuestra pequeñez y soledad,
como tres pàjaros perdidos en la inmensidad,
y tu mirada
que se perdìa en el paisaje
paisaje de montañas inconmensurables,
de siglos, pequeños como segundos
y tu mirada
y los tres pequeños,
y grandes a la vez
vos, Camilo y yo
en un camino largo hacia el cerro
en la orilla de una represa
en un andèn de estaciòn.
Una mañana de domingo
como ayer,
hoy.