No puedo sobrevivir,
sin un día llorar,
la tristeza me arrastra,
hasta la desconocida profundidad.
Sola en el mundo,
siento que no pertenezo,
humanidad despreciable,
sin alma y sin vida.
La carne que me arrancan,
con fuerza del ser,
simplemente la vida,
se apaga de la oscuridad.
Sombras y voces,
en un simple callejon,
juntos morimos de lagrimas profundas,
preciosas gotas blancas que
mis mejillas han tocado.