Un palacio es la cabaña del ermitaño
la soledad su mejor amigo
silenciosa la combersacion en la roca
derramada en la cara lleva la sonrisa
manos vacias donde cargar la caricia
su tesoro una sombra que nunca lo abandona
sin arena de reloj que lo precipite
sea de dia o de noche todo se repite
el sol su testigo de que existe
la luna que lo oye en su oración
el único debate el alimento de la tierra
un amor ya olvidado su familia lejana
en el pesar de sus pecados haber tenido sin retener
por sombrero el recuerdo de una cabeza
por abrigo el carbón de su fogón encendido
calzado siempre como adan copiado
sin costilla y sin eva pecado
vendedor de sueños en las nubes escritos
riega con los trinos de las aves su jardín mañanero
con lagrimas el dulce amanecer recibe alegre
la felicidad del ermitaño envidiada por el mismo