Es mediodía, ella prepara su bolso, en él coloca su bata blanca (aquí le llaman Baby), es su uniforme de trabajo; se queda mirándome unos instantes…
"...Está en aquella pequeña aula, en su barrio, Reboredo, en Cuba. Corre el año Mil Novecientos Setenta y uno, acaba de cumplir Quince años y ya es Maestra, ella como otros jóvenes dio su paso porque hay muchos niños que necesitan aprender, apenas hay material escolar y hay pocos maestros; la mayoría ha emigrado al Norte.
Es un barrio muy pobre, pero la clase está llena de bellos rostros; blancos, mulatos, negros, asiáticos, inquietos, ansiosos, algunos llorosos por ser su primera vez, ella suspira nerviosa, también es casi una niña y es su primera vez…hay uno que destaca, es especial y su nombre…le ha prometido que algún día cuando ella tenga un hijo, le pondrá su nombre…es lindo, como él…"
Pestañea, recoge sus cosas y sale camino del Cole, esta vez no enseñará a leer y escribir; cuarenta años después y a miles de kilómetros de su tierra, enseñará y ayudará a otros niños a aprender a comer.
¡Este colegio es muy lindo! No tiene carencias materiales de importancia…
Comienzan a entrar los niños al comedor, bellos rostros, de todos los colores, inquietos, ansiosos, algunos llorosos por ser su primera vez, ella ya es una abuela, pero también es su primera vez.
Los acomoda en sus sillas, hay una pequeña que con carita preocupada, le enseña su dientecito que está a punto de caer…- no es nada, no te preocupes-, acaricia su cabecita, los niños son iguales en cualquier lugar del mundo, más rico o más pobre, su riqueza está en su ternura y limpio corazón.
Afuera en la entrada del Cole, unos padres recogen a su niño, que lleva el nombre de su padre…igual al de aquel pequeño al que se lo prometió cuarenta años atrás…
Sonríe...¡¡venga, no te distraigas, los niños esperan por ti!! como siempre.
Termina la jornada,a la salida la espera con una sonrisa, su esposo.