Un día, el viento trajo cerca de mí tu recuerdo,
mientras, sentado, descansaba un poco la voz
después de hablar como largo silencio con Dios
sobre lo cuanto que te extraño; así fue el acuerdo
que nos mantuvo en vida como seres eternos
aunque ambos sabíamos que esto poco duraría
por las lluvias, por la oscuridad que amanecía;
fue alto precio por amarnos fieles, sin perdernos.
Nuevamente, en mi presente, te has aparecido;
tal vez no de la forma que yo hubiera deseado
pero eso no significa ser menos querido.
El amor que siento, vive por ti, dice te amo;
como el viento que te trajo, tiene propio ritmo;
es el mismo por el que, al vivir, siento tu mano.
John Clark