¡Ámame!
Te grita mi alma,
tu silencio la mira
cuando lloran las ganas
sobre los blancos diques
de nuestra cama.
¡Mírame!
suspira el deseo
frente a tu indiferencia
reteniendo el aliento,
en tus ojos vacíos
ya no está mi reflejo.
¡Siénteme!
urgen las manos
y las tuyas se esconden
tras dos puños cerrados,
dos extraños al tacto,
ruinas, restos, fracasos.