Duerme el ratón relajado,
tendido sobre su hamaca,
a la sombra de la fiaca,
con oscilar descarado.
Ya se acerca el medio día
y él aún no ha despertado,
al sueño sigue entregado,
amparado en su porfía.
Bebió ron toda la noche,
con intrépida osadía.
Sumido en su rebeldía,
hizo párvulo derroche.
Hoy todo le sienta mal,
después de trago y trasnoche.
Ya presintiendo el reproche,
descansar es lo ideal.
Pobre joven afligido,
por la resaca letal,
sus ojos sienten puñal,
su cabeza estalla en ruido.
La vida le ha replicado,
el dárselas de atrevido.
detenerse no ha sabido,
ante su actuar alocado.
El corazón se le agita,
con latir apresurado,
sabiéndose acorralado,
su malestar acredita.
Ahora a la luz del día,
entre sueños lo medita:
Esa bebida maldita,
le robó su valentía…
Comprende que la razón,
debe ser su mayor guía
y que es pura tontería,
no escuchar al corazón.
Risas, copas y canciones,
encendieron su pasión,
sembrando falsa ilusión,
anularon las razones.
El llamado a la prudencia,
ahogado en tentaciones.
invadido de emociones,
se bebió su inteligencia.
Dolido y avergonzado,
busca sanar su dolencia.
Entregarse a la indolencia,
muy caro le ha resultado.
Abrazado de la fiaca,
el ratón yace acostado.
Durmiendo desaliñado,
quiere olvidar la resaca.