El santuario de la naturaleza tenia que estar en ella...
quien en su andar esparcia un aroma a camporales de rosas...
Su largo y oscuro cabello ondeaba al viento
como las olas del mar en una noche serena
y la pureza del himalaya se extendia por su blanca piel nivea.
El murmullo de los bosques se pronunciaba
en las palabras que brotaban de sus labios
y al estos suspirar emanaba un aliento tan fresco
como la brisa nocturna de los llanos.
y aquellos parpados se abrian como cortinas
hacia el mar salino que yacia en sus ojos
momento en el cual su rostro no era mas que bruma.
Rafael Leon
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