joaquin Méndez

CARTA PARA UN AMOR QUE NO FUE.

CARTA PARA UN AMOR QUE NO FUE.

 
Hola Mujer hermosa, ¿Sabes?... Te sigo recordando a cada instante pero es que nunca te olvide ni te olvidare. Sueño tu pelo y lo acaricio con amor, ternura y deseos, con frenesí. Sueño tus labios y se encienden mis besos para quemarte de amor y pasión. Sueño tus ojos y los míos lloran tu ausencia, quisieran verte y tenerte pero sé que ya será difícil, ni siquiera te asomas a esta ventana en la que tanto te espero para ver si un día decides volver y me llega de nuevo tu esencia de mujer cautivadora y embriagante.
 
Sueño tu cuerpo y se enciende el fuego de mi alma que te ama y te extraña como a pétalos de rosas. Sueño tu sonrisa y mis labios se entreabren queriendo sonreírte, más no sirve de nada, solo una mueca de tristeza asoma al añorarte tanto como te extraña mi pobre corazón. Este corazón que esta desvaneciéndose de tanto amarte en la ausencia y en el silencio; este silencio que me va consumiendo hasta lo más sagrado de este amor que es la fe, si, hasta la fe estoy perdiendo al estar sin ti.  
 
Es tanto amor el que te profeso que ya no sé si vivo o si muero desde tu partida, ya no sé ni quién soy. Sueño las caricias de tus dedos y tiemblo de emoción, mi piel se deshace en deseos, me vierto al tacto de tus suaves caricias imaginadas que me alteran todas las células que componen a mi anatomía y mi virilidad. Ya no estás aquí ni sé donde te encuentras, pero mi corazón sigue esperándote.
 
Hubo momentos en los que pensé que me amabas y que tu también me querías, Y entonces sí, entonces conocí, lo que llaman felicidad, sentía tus besos en el silencio de las noches,  en las que me ahogaba la soledad y me invadía la tristeza, pero al soñar tus dulces besos,  todo se tornaba diferente,  aparecía una chispa de ilusión y mi pecho se ensanchaba con un grito de te amo amor mío, grito que nunca hayo respuesta  ni una sola vez.
 
Pero no importaba porque tus besos tus caricias y tus risas me llegaban con la brisa de la madrugada, esas madrugadas en las que yo me sentía volar hasta tus brazos y me comía tu boca y todo lo tuyo pues todo lo tuyo era mío y lo mío tuyo. Que distinto es desde que no te asomas a este portal. Como me consume la tristeza, como me regaña mi corazón, como se queja mi alma, como me abraza la soledad, como me aprisiona la tristeza, como me mata tu ausencia.
 
Soy como esa casa abandonada que la maleza va haciéndola suya hasta cubrirla con su manto de desolación, hasta hacerla desaparecer para siempre. Solo espero que un día no muy lejano vuelvas y contigo venga de nuevo mi ilusión y mi fe, esa fe que perdí con tu amor. Ahora miro al techo de mi cuarto, un techo que se torno gris con tu recuerdo, en él te veo sonriéndome y no sé si tu risa es de ternura o de burla,  pero no me importa pues no quiero romper este hechizo que envuelve tu recuerdo,  no quiero que llegue el olvido al que tanto le temo.
 
Autor Joaquín Méndez.
Reservados todos los derechos.
12/06/2012 11:53:05