La rosa, a pesar de las espinas, nunca deja de ser rosa.
Era, otrora, el pimpollo de una rosa,
límpido cielo de jardín sonriente.
Hoy, cabizbaja y humillada, siente
que su vida a pedazos se destroza.
Confundida, indefensa, temerosa,
espera por un cambio en su presente
remendando en su lágrima silente
el amor de mujer y fiel esposa.
En tanto que el mal llamado varón,
que de hombre ni siquiera el pantalón,
día a día es el rey de los sopapos.
Bella flor, deshojada y sin esencia
basta ya de esconder tanta violencia,
¡Rebélate por sobre tus harapos!
(Despierta, deja atrás tu pesadilla,
vuelve a tu luz de rosa o de gramilla,
nunca más trapo entre los sucios trapos)
Derechos reservados por Ruben Maldonado.
En contra del mal trato a la mujer y a favor
de la denuncia de toda violencia, cualquiera ella sea.
Sin mucha metáfora, directo, con la bronca de ver
“valientes” que se ensañan en prácticas propias
de seres sin alma ni sentimientos.