Danzan hojas en esta tarde.
Ósculos dorados se mezclan
entre los verdes mocasines.
Suaves olas mecen la mies
acariciando mis manos
henchidas de maldito vacío.
¡apendice de la mañana!
En este mero camino mio,
yo te digo: ¡Aceptame, si,
conmigo siempre te quedes,
paraíso de otros labios
no quiero que me lleven!
Deliciosas tu, añil, requiebro
de una pincelada acuarela.
solo mis ojos de pasión
clavan una daga en tu extrañas.
¿Tarde, me oye?
Maceras. Te haces bermeja.
Alargas la sombras aviesas
en los altaneros quebrados.
¡Dime tarde!
¿Porque no aceptas mis latidos
de hiel y lo copas con tu veidad?
¡Embriagame!
¿no ves que no puedo mas
con el recuerdo de arras
ajadas de azules eternos?
¡Resbalas!
Tribulación. Desamparo.
Bulla en los altares perenne
ya anuncian tu partida.
¡Te apagas!
¡acogeme en tu sosiego
de té y acaricia-me... cura-me,
sumergeme en tu ocaso!
Mañana nacerás de nuevo.
¡Nos vamos!
Me reclama una dama sola.