Aún recuerdo, tiempo atrás , cuando juntas caminábamos y nos sentábamos sobre el muro que guardaba los secretos de aquel entonces y llegaba el amanecer o muy adentrada la noche, entre cuitas y vivencias, los grandes secretos de nuestras vidas taciturnas, entre las incomprensiones de la edad, comentábamos de amores frustrados, anhelados e imposibles, de sueños del mañana… Del hoy…
Sonreíamos… anhelábamos… amábamos…soñábamos…, fuimos más que amigas cómplices, de grandes y chicos secretos, que aún conservamos en nuestros labios y en nuestros corazones. Una larga ausencia de 20 años, separo nuestras cuitas, pero no clausuró, ni distancio, nuestro cariño, las amistad verdadera nunca muere, ni la distancia la aniquila, son como ésos grandes amores, que aunque se estén en el cielo, nos saludan cada noche cuando miramos las estrellas…
¿Cuántos de los nuestros se han marchado? – Son tantas las añoranzas y los añorados recuerdos, pero aún en nuestros corazones bailan, al compas de una melodía sin fin, que desencadena una multitud de vivencias que por siempre vivirán en nuestras almas, como un talismán que nos ayuda al sentimiento y engrandece al pensamiento.
Hoy, ya no somos tan jóvenes, empero, nuestro cariño, nuestra amistad, nuestra hermandad y nuestro amor ha sido guardado por siempre, en un cofre sagrado, donde aún conservamos la alegría de aquellos años y ya adentradas en canas, aún podemos añorarnos, mirarnos a los ojos, tomarnos de las manos y abrazarnos como símbolo y ejemplo, de una muy larga y linda amistad llena de respeto y admiración.