Que rara sensación de distancia
se levanta entre el saber y la barbarie,
un libre juego sin metas,
sin caminos, sin luces ni vida.
Un largo sendero se alza
entregando un sabor de esperanza,
avivando los saberes del hombre
entre los juegos de intelectos en danza.
Los martirios se hacen placeres,
la arrogancia se suple en respeto
y lo ruin se convierte en honrado;
no hay límites en la bondad de la vida
es la luz que ilumina sentidos.
La generosidad es un signo de humano,
se distiende ostentando nobleza
y entre signos de vida se alzan
los valores elevándose probos.
Qué virtud más noble asciende
en los instantes de gozo y deleite
son los sentidos que muestra el humano
cuando el albor de lo insigne lo eleva.
CARLOS A. BADARACCO
10/6/12
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