Su regia y penetrante belleza
me sumergía
en una extraña embriaguez,
mientras marchaba embelesado
por la vida,
murmurándole al viento,
sobre la perfecta fusión,
entre su soberbia hermosura,
su cuerpo de diva juiciosa
y su suave
perfume de flor.
Hoy descansan en paz sus
blancos pétalos,
mientras me sigue persiguiendo
su regia belleza,
los silencios de sus besos
y la ternura azul,
del insigne amor que nos unió.