Tuviste miedo de mi risa
Porque en el camino tuyo, pareció como una fuerte brisa,
Resonaban como aquellas viejas roldanas que saciaban la sed en verano,
Y detuviste tu andar y te llame y fue en vano.
Tuviste miedo de mis silencios,
Junto a tus palabras fueron banderas que te saludaban,
Y te daban la bienvenida a la patria de las que huían.
En medio de todo esto, tuviste miedo de mi forma de reflexionar,
De las verdades que venían hacia mí, y me saludaban,
Era nuestra gente y tú pareciste como esos viejos pastores
empeñados en cambiar al mundo, cuando todo cambia aunque no estén ellos.
Tuviste miedo de mis palabras
Cuando a tu llegada no quise decir nada,
Pues nunca he sido manual para enfrenta a esta vida,
Todos escribimos un libro que termina cuando morimos.
Tuviste miedo de mi forma amar,
Pues te ame, sin estructura que delimitara ninguna escritura
Mi forma de querer fue al natural, simple como el respirar.
…Y de mis versos tuviste miedo,
Porque al tomarlos y leerlos fuiste como una golondrina que huyo de ellos,
Herida por el frio, que ocasionaron sus palabras en tu pensamiento sufrido,
El recuerdo te aplasto, como la noche al día.
Tuviste miedo de mi sombra junto a la tuya,
Y al temor, odiaste mis manos en tus manos,
Nada tenían, si no sentían el calor de tu piel,
Tal vez huiste, porque al sentirlas, te llevaron al arduo trabajo de la vida,
No eran manos suaves como pétales;
Pero eran fieles a lo que sujetaban…
Tuviste miedo de todo lo que de mi salía…
Como si todo, fuera a golpear lo que tu amabas.