Correré hasta que derritan los luceros en el alba de la mañana y miraré cómo nace el sol sobre las montañas, entonces allí reposaré mi curso e imaginaré que el cielo viste ese tono salmonado honrando tu recuerdo. Se convertirá en mi rutina de cada noche cuando en mis fantasías observe tal magnificencia, que será una evocación equivalente de esa nuestra historia; momentos que fueron breves y fugaces, pero a la vez tan complejos y fastuosos.
Quizás algún día te enteres de este relato, sin embargo no atrevo a dirigir mi presencia a un encuentro directo para contarlo; por eso he decidido dejarle a las páginas de mi librillo de notas tal herencia. Comenzaré esa faena desde ya, tomaré mi bolígrafo y desde el papel mis palabras narrarán ese sentimiento que despertaste y que en mí no morirá. Intentaré explicarte cada mención que hice de tu nombre en los minutos muertos que dejó el reloj, intentaré confiarte las ideas que vivieron en cada situación en la que solía escuchar tu voz, el por qué no atreví a darme una oportunidad para alcanzar ser dueño de tu abrazo y de tus labios.
Daré inicio a tal recorrido desde aquella noche en la que todo se inspiró en forma de Dejabu, la misma en la que en mis sueños la Luna sintió el estruendo del aullido, en la que brillaba con esplendor mi pelaje de plata y difundí temor con mi apariencia salvaje, comenzaré a escribir desde esa manifestación que viví en mis visitas a las Arenas de Morfeo..., cuando soñé ser un lobo, cuando sentí ser un asesino y comprendí que en mi realidad, eran sueños los que mataba.