Un par de ojos, un par de abismos, dos pares,
Dos abismos, entrelazados como hilos de plata,
Unidos como circuito,
Como manos tomadas;
Un par de ojos, y otro par, dos abismos profundos
Que se entremezclan,
Dos mares combatiendo
Pero sin furia
Pero sin ira,
Pero con amor, con gracia,
Con sutileza.
Y las miradas, rasantes como flechas,
Desborda sentimiento y se cruzan,
Se cruzan con pasión,
Se queman; dos flechas, la misma diana,
Dos y dos ojos, un sendero, un circuito.
Y colisionan, y chispean, y pura magia;
Polvean, la neblina de las miradas,
La bruma otoñal de ojos encontrados
Ese hallazgo sin búsqueda, búsqueda sin encuentro
Y como mares alimentándose entre sí,
Como crestas de olas chocando,
Las miradas se ven,
Se ven las miradas;
Y luego, en el ocaso tapado
Por manos de gigante surge,
Surge invisible, la separación:
Dos miradas perdidas, una aquí,
Otra allá;
El circuito desconectado,
El desborde taponeado,
Y el silencio de una cuestión planteada,
Mal formulado,
Y neblina…
…
Y neblina.