Nilo Arturo

Murió un ángel

El párroco vestido de negro,

frente al dorado majestuoso altar,

Sus crujientes rodillas inclinó.

Con un ademan se santiguó.

 

Dejando a su espalda,

El yerto cadáver,

De la hermosa joven ,

De labios purpura,

 

giró sobre sí,

Para bendecir,

A  quién se apresuró a partir.

 

Dejo entre los vivos.

Muchas almas muertas,

Muchos llantos y olvidos.