Hoy una senda se abre
claramente a mis pies.
Un camino inexorable;
una travesía de bien.
Una carretera amplia,
difícil de cruzar, tal vez;
aún así invitándome a seguirla,
tal vez mi destino es.
Empacaré todas mis cosas,
comenzaré a caminar,
dejando mi pasado
sin siquiera mirar atrás.
Cruza lomas y montañas
por el mundo serpenteando va,
atravesando ríos y cañadas,
ahora mi cuerpo cansado está.
Pero aún falta mucho,
una pequeña parte andado he.
Muchas sorpresas me ha deparado,
tal vez más de las que mis ojos ven.
A momentos él se vuelve
estrecho y pedregoso,
de andar dificultoso,
en peligros me envuelve.
Pero sigo en el camino,
continúa la travesía,
siendo el fuego en mi corazón
la única luz que me guía.
Cuando se hace muy de noche
se torna algo peligroso,
seres asechan buscando mi alma
cual manada de hambrientos lobos.
Y aún a veces extraño
lo que dejé al comenzar el viaje,
una esperanza, tal vez ilusión,
en busca del fértil valle.
Pero mi senda se ha vuelto insorteable,
y en este camino infernal,
no hay ninguna posibilidad de avance.
Hoy me veo ya derrotado,
cubierto de lodo, frío y miedo,
sin poder llegar al destino,
sin poder cumplir mi sueño.