Soy tan tuyo
cómo cuando sin hablar
te pertenece el silencio,
e igual que la noche, que se
arropa con lo que del día queda.
Soy tan tuyo, cómo la distancia
en la que fijas tu mirada,
que ni la luna es tan dueña del
resplandor de oro que en derredor
le cerca.
Tuyo soy,
desde aquel momento en el
que tu mirar me apresó con
su ardor entrañable, y me dio
por hogar su embeleso hechizo.
Soy tan tuyo, y tuyo he de ser,
cómo el cielo es de aquel que le observa
y cual sombra que jamás se
le despega.
Cómo no me pertenecerían los
años por venir si fuese eterno,
así es es que soy, y seré tuyo.