Cuento en poesía
Imaginé, un Lobo feroz entrando a la ciudad y mezclarse en plena reunión de un bar, mí imaginación iba más allá, ya que sentía en el ambiente el olor de un animal sediento y herido por su hambre y sed, sentado en la barra y bebiendo una copa de vino y un buen manjar, sus ojos brillantes y atentos a la miradas de miedo que los parroquianos a él dirigían.
El locatario y mesonero que atendían el bar, observaban atentamente cada movimiento de ese extraño personaje que había irrumpido en medio de esa reunión de clientes asiduos a su bar y que hoy ya no se escuchaban sus murmullos...lo cambiaban por un silencio y temor abismal, los que estaban más tomaditos de copa, hasta su curadera pasó.
Cuando el Lobo Feroz, se retiró del lugar después de saciar su hambre y sed, esbozó un aullido y sacó sus garras en son de terror, el locatario y sus parroquianos hasta su respiración se hacía lenta, para no causar molestias a ese insigne cliente que había irrumpido en el bar.
¿Sólo el miedo puede causar acallar los murmullos de esos parroquianos asiduos clientes de ese bar?
¿OH será la crueldad que esos parroquianos usan para salir a tomar un trago y embriagarse hasta el final?
¡Los que se embriagan, se ponen más terrorífico que el mismo animal!
Autor: Hernán R. Cornejo Véliz