Son los hijos, el regalo mas divino
que a los padres, Dios les ha podido dar
y son de un valor incalculable, porque
ese amor, con nada se puede comparar.
Ese es un amor, tan puro y tan sublime
que cuando llegan, sientes tu corazón es un rosal
porque cada uno de los hijos es una rosa
y todos te perfuman el alma por igual.
La misión es ayudarlos a ser seres de bien
y se siente gran placer, viéndolos crecer
poniendo gran empeño en protegerlos y guiarlos
para evitar que alguna pena los haga padecer.
Pero a veces, la vida te hiere sin piedad
y te entierra sus garras haciéndote sangrar
dejando en tu alma , un grito inaudible de dolor
cuando torbellinos te envuelven algún hijo
cayendo en los abismos sin poderse levantar.
Ellos, al caer en ese mundo absurdo
no piensan que uno sufre al no poderlos ver,
que se lleva en el alma un dolor tan profundo
y se llora en silencio al no verlos volver.
A ustedes, hijos que andan lejos y perdidos
no teman a su hogar volver a regresar
porque hay un corazón que siempre espera
y el espacio de amor que es para ustedes,
no habrá nada, que lo pueda hacer cambiar.