Sabe bien ese cielo
que he huído tantas veces
dejando atrás el candelero
de alguna noche de viernes,
y heme hoy bajo el celeste
mismo cielo del principio
suspirando en el oeste
a un amor casi infinito.
Amándote vencí barreras
de mis propias convicciones
y me lancé como en carrera
sin mediar en direcciones,
y yo que tanto le temía
al amor y su mala suerte
me encontré contando un día
los meses que faltaban
para verte.
Y ahora que vas a viajar
sólo pido por favor
que no olvides empacar
las memorias de este amor,
y ahora que vulnero al fin
y se achicharra el corazón,
recuerda que te llevo en mi
y eres la fuerza de mi voz.