Crisis política en acción. El micro-centro:
un caldero hirviendo. Gente que escapa,
gente que viene. La ciudad: el escenario.
Me tomé un ratito, para caminar por sus
calles y plazas: sentir tristeza.
Salí de la oficina esta mañana para
mudar el auto, un poco más lejos de lo
que se vaticinaba como epicentro de
manifestaciones y eventuales (ojalá y no)
enfrentamientos; y ésto es lo que viví y
sentí a mi paso: la gente huía del micro-
centro en automóviles, colectivos y a pie.
Ya de vuelta, unos pocos marchábamos ,
en sentido contrario, rumbo al Congreso.
La policía se desplegaba: uniformes y
rostros preocupados. Calles cerradas,
rumores escuchados al pasar: "dicen que
habrá un golpe de Estado", "vienen los
campesinos", "no hay clases".
Caminé por el medio de las calles
cerradas, con la curiosa sensación de
sobreviviente de algún holocausto (espero
se trate de alguna errada anticipación);
mientras, esa imagen emblemática de la
Catedral, el Cabildo, el Congreso, todo
ese aire de antes y de ahora se
impregnaba en los sentidos... Tanta
historia: de la triste y de la buena.
Tantas historias que hicimos nosotros:
los paraguayos (en sentido neutro, que
abarca femenino y masculino, como
enseña el idioma español), creyendo
juntos en una Patria soñada.¿Qué
decir?... pena por mi país.
JUICIO POLÍTICO AL PRESIDENTE
PARAGUAYO
Tiempo antes
-a este juicio
que presagia
final
y principio-
plazas
y calles
vacías.
El odio
instalado
en ellas.
Desde
diferentes
veredas;
unos y otros
copan
las plazas
y las calles,
con sus cantos
y banderas
(mientras
los demás
escapan).
El miedo
se instala
en todo,
y todos.
El miedo
se pone
la máscara
del odio
(y ya tiene
las manos
manchadas
de sangre).