Charlando con un joven, como escondido en sí mismo, despojado de la misericordia; he llegado a comprender su estado, tan profundamente que puedo expresar sus sentimientos como si hubiese abierto el alma y me hubiera metido en ella. Un estado de desesperación inaudita que hoy es común ver en nuestros adolescentes y que nos debería llevar a una profunda reflexión a la sociedad entera. Pensemos en las consecuencias que podrían acarrear a la comunidad una situación así, que devenga de este estado que describe esta presentación.
Como vestido
de tiempo,
de lluvia,
de noche,
de lujuria,
de ocaso,
de ruina,
de pasiones,
de yerros,
de vicios…
Como soñando
dormido,
cubierto por la escarcha,
entre sábanas de hojas,
sobre colchones de hierbas,
abrigado por las estrellas
en una noche brumosa…
Como si fuera
una nada
aguijoneada
por la vida,
destilando
la osadía
de verme desnudo
del alma.
Consignado en los tiempos
a largas horas sin morada.
Estoy perdido en lo infinito,
ni futuro,
ni porvenir,
ni destino,
disoluto,
inmoral,
envilecido,
derrocado,
desalentado por las tinieblas
que me atosigan en silencio.
Por este oscuro destino
que hoy marca
mi existencia…
Así viví mi vida…
así vivo mi muerte.
CARLOS A. BADARACCO
21/6/12
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