Yo vine al mundo para amarte,
para latirme sin ton ni son cuando te veo,
para sufrir de ti toda mi alma,
para quemarme en la llama de tu hielo.
Yo vine al mundo por tu color de sombra,
por tus ojos escarbados en el cielo,
por la lluvia caliente de tu boca,
por el aire en la flor de tu aliento.
Yo vine a vivir en tu mundo mariposa,
en la clave cenital de tu universo,
en el globo terráqueo de tu ombligo,
en la carretera principal de tu cabello.
Yo vine aquí para velar tu nombre,
para deletrear los fonemas de tu vuelo,
para sentirte abecedario entre mis labios
para atravesar cada frontera de tu cuerpo.
Yo vine al mundo a inventarte si no existes,
a trazarte línea a línea en el tiempo,
a dibujar de ti lo inmortal, lo indisoluble,
a darte arcilla y sangre con mis sueños.
Yo vine con rumbo fijo a este lugar
al galope con tormentas y con vientos,
con mis nubes de querer, con mis rosas de llorar
para amarte desde el mundo de mis versos.