Seamos otros, llamémonos distinto.
Que igual los aromas no se alcanzan
Ni los latidos que vienen de la nada
Se hacen nada, porque nada han compartido.
Y así como algunos hacen
Esperando pacientes una eterna ausencia,
Sentados en la orilla que los aleja,
Y con triste luz de algún distante faro.
Hoy lo hago yo, esperando verte y no verte,
A través de un ratón, una pantalla y un teclado.
Hoy lo haces tú culpándome de lejos
Y yo sin equipaje ni barco.
Pero somos otros que acampando en las tinieblas
Sellaron sus noches con besos,
Los que cerraron la carpa y la boca
Y se escondieron callados, en una misma cobija.
Que mentira es creernos alcanzables
Si me basta intentar acercarme a tus nervios.
Y saber que a otros, unos cuantos otros,
No querrás imaginarles contigo en el firmamento.
No me culpes por la distancia,
Que tan distante es tu paso a mi huella
Ni me reproches una verdad vencida.
Lo mío, niña, no es la soledad ni las promesas.