Encógete
de hombros,
poeta virgen,
ábrete de luz
el intelecto,
vístete de rojo
como en vergüenza
y enciéndete de furor,
¡luego reza!
desalienta tu pereza
y escribe.
Cielo,
tierra,
llano,
Vida,
sangre,
lucha,
firmamento oscuro.
Mira la realidad
poeta virgen,
descubre
en sus entrañas,
la esencia
más mundana
y luego escribe,
¡y reza!
gime entre
los vientos
del horizonte.
Descubrirás
el mundo
donde quieras,
sólo tienes
que fundirte,
poeta virgen,
con la clara
hondonada
de la barbarie;
¡luego reza!,
¡escribe!,
¡mira!
¡y llora!,
sentirás
el fuego arder
entre tus cienes
y escribirás
en un papel
aquel soneto
que llevará tu vida
al arrebato.
Más luego
podrás percibir
en tus entrañas
la nueva identidad
de tus poemas,
comenzarás a lanzar
con justicia
conceptos
que enciendan en ti
un alma nueva.
CARLOS A. BADARACCO
21/6/12
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