Para entender que te quiero
no preciso hallar motivos.
Mis sentimientos furtivos
buscan en ti su asidero.
Tu boca es abrevadero,
copa de místico vino,
dulce néctar que adivino,
misterioso y placentero.
Tus ojos límpido cielo
de esperanza cristalina.
Dulce promesa divina
donde los sueños cincelo.
Es tu voz caudal bravío,
de alegrías un remanso,
mi refugio, mi descanso,
de mí dicha su atavío.
De la vida eres caricia
de momento duradero;
que mostrándose certero
al día baña en delicia.
Tu abrazo manto caliente,
del pensamiento callado,
que ululando sosegado,
transforma en luz el presente.
Abanico de ilusiones,
proyectando haz en el iris.
Humor vítreo en arco iris,
lubrica nuevas visiones.
En mi oído eres el canto
inspirador y sincero,
que al despertar mañanero,
imprime mágico encanto.
Son tus manos aliciente
nervudo de la bondad.
Traspalando libertad,
aprisionan tiernamente.
Tus besos siembros de amor,
florecidos en primicias.
Razones con las que indicias,
reblandecido interior.
Para saber que te quiero
no requiero ni admitirlo,
me basta con consentirlo,
si a cada instante te espero.
Tu mi eterno compañero,
de mi tiempo peregrino.
Conjunción con que el destino,
marca en el alma un sendero.
Dentro de mi corazón,
llevo un secreto guardado.
Como a latido tatuado,
palpita en dulce ilusión.
Si mi pulsar se acelera,
al evocar de tu nombre.
De mi vida eres el hombre,
que del amor prende hoguera.
El que en ardientes motivos
incinera mis desganos.
El que templa con sus manos
mil horizontes vivos…