Ni la voluptuosa palabra de mi conciencia,
ni una foto infame, maltrecha, descolorida
podrán decir que fuimos una ficción, ciencia
del dolor o del amor en una voz desconocida.
Un perchero viejo, inmóvil, con sus contornos
participa del salvaje dramatismo de mi destino
observando el todo desde la nada de su sin ojos
implacable rincón en sombra de mis mil olvidos.
Se que la vida viene, pasa y cuelga su momento,
una imagen clara será de lo que es y lo que fue,
repetida sucesión, ilusión, un artificio sediento
de un corazón sin razón a la voluntad de creer.
Sabrán los vientos sobre los sonidos y silencios,
sabrán los pájaros que vuelan y que renuevan
(con su vuelo)
la pasión de sueños envueltos en sus misterios
de un tiempo vivo y de otro tiempo ya muerto.