El cardiólogo me dijo, hoy, cuando fui a la cita,
que mi corazón estaba, cubierto por una imagen
pero de forma infinita;
que es un rostro de mujer con una mirada tierna
y una dulce sonrisa,
que su cutis parecía una bella margarita.
Entonces me eché a reír, me hizo pensar en ti;
y sonriente le dije- “Lo que pasa es que no sabes como beso su boquita”.
De los males que sentía al latir mi corazón, le pregunté;
¿Doctor para cuándo me dará, usted la próxima visita?
me contestó-“¡Ya no vuelvas, vete corriendo hacía ella que es lo que tú necesitas!”
Sin asombro lo miré extendiéndole la mano,
entonces le dije así:
-¡Doctor, eso yo lo sé! Ella me brinda caricias, que transforman mi sentir más alegre que la brisa-
es por ella que yo vivo, que espero el amanecer
y estoy tan enamorado;
que por su estetoscopio mi corazón se lo dicta.
Ya el cardiólogo afirmó, que no me dará más cita;
y en el record recalcó, que es tan sólo por tu amor
que mi corazón palpita.
Tan pronto salí de allí me encontré una señora,
vestida de blanco toda, y mil prendas que le guindan; dijo ser espiritista, y que por nada del mundo;
me podría desprender de tu amor que ya me hechiza.
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José Miguel (chemiguel) Pérez Amézquita