Comme deux amants perdus
qui n'ont peur de rien
puisqu'ils croient encore.
Querida Clemence:
Esta noche te escribo desde el rincón de mi tristeza,
no ha sido fácil encontrar las palabras correctas.
Y me abrazo a tu recuerdo como un espectador,
tú eres el sol, yo soy el viento intentando ser canción.
¿Cómo distinguir el sueño entre el dolor?
Ya no soy yo, ya no es el tiempo, no es la mirada o la voz.
Es difícil de entender, pero es más difícil intentar
vivir sin ti, aquí, conmigo, pretender que estoy en paz.
Contemplo tu caminar desde lejos
y vuelvo a sentir el peso
de ésta tu ausencia que quiero olvidar
quiero reconocerte al despertar.
Y quiero en silencio tu piel recorrer,
mis manos, tu cuerpo: una misma fé,
ser como la esperanza de la eternidad,
morir entre tus brazos y entre tus brazos resucitar.
Quisiera ser la fuente que te quita la sed,
quisiera ser el puente por el que puedas volver,
quisiera ser tus pasos llegando hacia mi,
quisiera ser tus labios y vivir en ti.
Yo sé que debería ser paciente, esperar,
amar tus decisiones, respetar tu libertad,
y sabes que lo intento, que ante todo, te amo,
más no puedo negar, mi vida, que te extraño.
Tú has sido el intento más perfecto del cielo,
eres el agua, eres la tierra, eres el mar de mis anhelos,
eres la distancia de los rostros previo al beso,
eres el beso mismo que une dos almas al momento.
Te escribiré más canciones, te dedicaré más versos
y pase el tiempo que pase te seguiré queriendo.
Serás como mis palabras, vivirás siempre en mi voz
y aunque el mundo se acabe, tú seguirás siendo el amor.
Carlos Alcaraz
25/06/12