Creyéndome un cantante
me inscribí en una academia
y si la fama me asedia
grabaré discos al instante.
Me hicieron prueba de voz
para probar mis timbres naturales
y con desafinos sin iguales
me pidieron FA y les di un DO.
Mi voz salía altisonante
con unos horrorosos agudos
como si hubiese visto un verdugo
con su hacha bien cortante.
Pensé que mi voz era fina
y que como cantante tenía norte
y ya veo que mejor gañote
tiene el gallo de mi vecina.
Cantar no es cualquier cosa
se los digo de corazón
cuando dañamos una canción
como un plato de loza.
Aunque yo cantar quisera
el público no me apoya
porque tengo melodía sorda
y una flamante ronquera.
Bajando mi nivel de aspiración
salí un poco resignado,
seguiré cantando en el baño
con la ducha y el jabón.
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