Nunca se aguarda
el silencio,
ni la voz de una
nada enclaustrada.
Los sonidos de disipan
en el tiempo
como si se marcharan
entre tinieblas.
Son fantasmas
que se pierden
en un bosque
gimoteando
una muerte
injusta y olvidada.
Casi no recuerdo
los mensajes
de la aurora,
aquellos
que a toda hora
me invadían
entre sueños.
Se han ido
con los sonidos
esparcidos
en el tiempo,
entre silencios
recluidos,
perdidos
en la nada.
Aquellos mensajes
de tu puño
que me encendían
entre llamas,
son amores
que se han ido
como si fueran
mutismos
esfumados
sin historia.
CARLOS A. BADARACCO
20/6/12
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