Aire para amar: ¡ ni eso !
¡ Abolición de la estirpe de tus besos!
esquinas de tu ser
en los tumultuosos añicos del espejo,
devastación
del tiempo y sus horas errabundas
en las abruptas grietas de tu sombra.
No hay amor
sino una voz acribillada
por el llanto de la lluvia,
una calle perforada por silencios,
un otoño mordiéndose las hojas
muy lejos del cáliz o el durazno.
No hay amor
sino aullidos en los radiales de una rosa,
canes a dentelladas
con las partes blandas de la luna,
astillas de las tristes estrellas sobre el mar.
No hay amor
sino un desierto de relojes y dinteles,
un páramo de lápices sin punta,
de cartas muertas sin remite,
donde cartilagos de números y sueños
alucinan bajo fiebres de letras con amígdalas,
donde moran abecedarios sin piel que nos deshiele.
No hay amor
sino una conspicua oscuridad
en las rinconeras de los campos
con la tarde, que huyendo de la luz,
desemboca ciega en la penumbra
con sus pájaros despintando el paisaje
tras la desaparición etérea de sus plumas.
No hay amor
sino color contra color,
piedra sobre piedra,
extremaunción de trigo envenenado,
religión inútil del granito,
filosofía de polvo y pedregal.
No hay diana para flecha,
no hay celebración de tormenta o de rayo,
no hay amor
sino un vértigo de carne y esqueleto,
un miedo a escalarte por los huesos,
por la espina dorsal hasta tus labios,
para entrarte a raudales por la boca
hasta colarme en tu alma por tus ojos.
No hay amor
tan sólo permanece la fatídica memoria,
largo ventanal con vistas a lo que fuimos
como un hueco sin principio ni final,
ávido de sangres y de avispas,
profundísimo dolor que nunca cesa,
abolición del poema y sus palabras,
revocación absoluta de tu nombre,
negación del aire que te innunda,
muerte, por fín,
y sin embargo cenizas, huellas sin borrar,
residuos de ti por todas partes
y de aquello que un día fue amor.