Que te hace temer de mi princesa?
¿Por qué tiemblas si mis pasos a ti llegan?
¿Por qué tu voz angelical se entrecorta?
¿Por qué se tiñen de rosa tus mejillas?
Que no te den temor mis ojos tristes,
Que no tratan de desnudar de ti secretos,
Pero es necesario para mi oír tu voz,
Y tan solo digas que ya no quieres verme.
Aunque mis ojos brillen al mirarte,
Y si en mi boca una sonrisa me delata,
Solo deja ante ti que me disculpe
Es que mi alma de tu aura se contagia.
No le temas a mi amor que es paz,
No heriría ni tan solo de tu sombra
La hermosura que da el cielo de tu faz,
Menos manchar de tu piel la pureza.
No temas Dulce Virgen que en ti miro
Que se mezclan en ti la inocencia y belleza
Pues idolatro de tu ser tal misticismo
Que te miro en Domingo y altares en misa.
Déjame regalarte solo una Flor Viva,
Sus pétalos se concibieron de sueños,
Y de mi Jardín su néctar fue poesía,
Y el aroma es de mi corazón destellos.
Y cuando llegue la hora de mi adiós,
Esa Flor Viva se volverá en tus manos
Un pequeño libro con hojas de roció
Que mojara tus yemas y tus ojos.
Leerás de mi alma por tu alma pleitesías,
Y al avanzar las hojas se regarán aromas
Y el viento silbará quizá un vals de Bach
Y te hablaran mis versos de aquellos días.
Y si te das un tiempo cuando sea la tarde
A la hora en que el Sol el horizonte acaricia
Sabrás que son los rayos mis manos al tocarte
Como cuando en la tarde tus ojitos eran poesía.
Quizás sientas aquellas nítidas sensaciones
Que en centella a través de las manos fluían,
Y nuestras cándidas almas como terrones
Empezaban a saber lo que la piel decía.
Eras linda princesita de apenas trece años
Yo once meses mayor que tu en verano,
Y tu con tu piel suave como la concha nácar
de piel morena tan pura como tu alma.
Nunca negar que fuiste Tu mi primer amor.