Armando Sosa Bocanegra

Recuerdos

El olor de tu almohada
cada noche te recordará que te quiero,
que eres mi mayor anhelo.
La tinta que se quedó en tu cabello
de cuando jugueteamos a construir castillos en el cielo,
 
te recordarán esas noches
que juntos pasamos hasta el amanecer
y que jamás te he de olvidar,
sin importar lo que llegue a pasar.
 
Te envolverás en lágrimas en esos momentos,
suplicándole al Dios desde tus tormentos,
porque la oscuridad de tu vida pueda terminar
y jamás en ella te veas destruida.
 
El rechinido de tu colchón
te recordará con qué inmenso son
llegué a quererte,
los caminos que juntos tomamos por la vida
diciéndote que eras mi Dulcinea
que jamás a tu lado mi vida se vería destruida.
 
Fuimos rivales del sol, solo fuimos testigos de la luna;
en la santidad de nuestra cuna
sólo escuchando tu risa
y sintiendo del cielo la más hermosa brisa.
 
Nos amamos con la belleza de las flores
y la pureza de nuestros  amores
que provino de aquella habitación,
en la que me demostraste de tu cuerpo la canción.
 
Te envolverás todas las noches en tus sábanas
como lo hiciste al oscurecer en mis brazos,
preguntándome si te amaba
si mi vida yo te confiaba.
 
Esa cuestión te la contestaba con el corazón
y en medio de tu inmensa seducción
caía en el juego de tu amor,
en el placer de tu querer.
 
Me recordaras con la fragancia
que olvidé en la habitación,
con ese elixir que respiras con ansia
y solo te da una pequeña esperanza
 
de que algún amanecer vuelva a tu puerta
diciéndote que mi pación por ti no está muerta
y te beba sin encontrar límites,
volviéndonos los mayores amantes
y haciendo de ti todos mis instantes.
 
Y llorarás, como llora el cielo en el verano,
o frente a Dios pidiéndole perdón un pagano,
recordando la inmensa pasión que tenías en tu corazón.
 
Muchos anhelares quedaron en nuestra habitación;
algunos de ellos muy guardados en tu corazón,
creyendo poder volver a ver
aquel precioso amanecer
que solías apreciar a mi lado,  
siendo yo tu más fiel amado.