nelida anderson parini

NO TE OLVIDES, QUE DE MÍ PROVIENES.

En la mesa del fondo recostados,

los silencios tendidos adolecen.

Como notas del tiempo relegados,

extenuados descansan y fenecen.

Elocuentes misterios preservados,

entre voces extintas desvanecen.

Una densa neblina de coraje

al mutismo condena su pasaje.

 

Con mirada introspecta en el pasado,

los pliegues de la historia reverdecen,

como  barro amorfo,  manoseado,

las marcas del ayer se recrudecen.

Muchos lustros sus ojos han gastado,

entre lapsos que  nacen y fallecen.

El archivo testigo de sus viajes,

acentúa en silencios sus virajes.

 

Con mordaza los años se colgaron,

a ahorcado silencio disidente.

Los tesoros del alma condenaron,

a resguardo, callado y confidente.

Mil trofeos que logros celebraron,

hoy revierten un gusto diferente.

Despojado del polvo de su traje,

aligera en mutismo su equipaje.

 

En absurdo viraje del destino,

el anciano recuerda ya silente,

cada huella de su paso peregrino,

cual espectro perdido entre la gente.

La experiencia vertida en el camino,

del olvido custodia su inconsciente.

Conmutando en los días su peaje,

el abuelo renace en su paisaje.