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Bebiendo del lago en penumbras
al levantar los ojos divisé a la niña
calcinada cargando en sus brazos
los restos de una muñeca de trapo
que miraba con grandes ojos
azules por tanto desmadre
Oh esos brazos de criatura!
delgados y humeantes todavía
Se esconde en lo más hondo
de la espesura lejos bien lejos
del hombre y las oficinas
no atiné a llamarla o ensayar
algún gesto conciliatorio
soy del linaje que le desespera
Tanta era la tristeza que irradiaba
y el desconsuelo que
convocando toda energía posible
con mucho amor deseé buenaventura
para ella que cielos naturaleza cobijen
su desamparo en silencio
su aflicción de suicida
Aquella pequeña
me han comentado
se llamó Alejandra
Y por las noches en que arrecian
apocalipsis tormentas fantasmas
se oyen como entre sueños
caer sus lágrimas