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por las tardes del ayer caía
la paz del misterio de la tierra
mi cara era un rostro mudo
vivía como centinela
escondido en las sombras
que daban las naves de guerras
un el sonido de mi guitarra
era el misil que armonizaba
las primeras horas del día
parecían puré de monedas
celeste de fondo entre dorado
u ojos dulces de una nena
dándole amor hasta el alba
a algún solitario corazón
que lleva un perdido hombre
muy corto el cine de la tierra
sonriente el otro lado del sol
similar a un cuento de princesa
en juegos de mares el jugaba
y ella en tardes de primaveras
se complementaban
embarcaban en un buque a la luna
y ambos eran algo extraños
uno armonías y el otro encantos
la guerra y la paz
mezcladas en un pantano
de dones y pecados