Que ciego es el corazón
cuando no escucha a la razón.
Hace un tiempo atrás
una mirada me embrujó
¡a la razón calle!…no quise escucharle
y me entregué a ese sentimiento
pensé que…que era el elixir de mi vida
¡oh que triste desconsuelo mío!
¡qué caro estoy pagando mi gran osadía!
¡qué cruel condena arrastró!
¡yo!!…¡¡yo soy mi propio verdugo!
por ignorar a la razón.
Ahora a mi vida
más veneno se ha vertido,
no sé qué duela más
si el engaño que he sufrido
o ser mi propio engañador.
NM de la Rosa
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