Vuelas a lo lejos,
y sin arrimarte al fuego,
esbozas una sonrisa
entre sollozos muertos.
Una lágrima que se escapa
al mar de tu aliento,
vuelve a recordarte
el adormecer de tu cuerpo.
Y sigues volando
en espera de que tu vuelo,
¡ antes que la muerte!,
rompa el cielo.
Y pasan los minutos de ensueño,
las horas locas,
los años perdidos,
y no llega el vuelo.
Tan solo los amaneceres
y el dormir bajo la sábana
entre impotencia y desahogos,
entre virtudes y dolencias,
entre rincones conocidos
y situaciones alucinadas,
entre la monotonía
y el encanto de seguir vivo...