Y mientras el último crepúsculo del día
se consumía;
mientras danzante pasos daba,
mientras solo elucubraba,
y de un sueño falaz no despertaba.
Anoche, mientras llovía y despierto dormía,
mis lágrimas con las gotas de lluvia se confundían.
La lluvia y las lágrimas
se hicieron unas mismas las gotas
que se trenzaron de la cabeza a las botas
ordenando, que la alegría suprima.
Y así fue.
Oculté mi rostro imberbe
con la torrencial lluvia,
que no hiere al errante
y vestido se vuelve.
Una agradable disonancia
oída desde la remota distancia
asumida con arrogancia
para superar la desgracia,
que a veces es efecto de la ignorancia.
Y fui como la pluma,
que se desplaza en silvos acuosos
buscando dulce reposo
para luego darl el cambio estrepitoso
y salir del pozo.