Dios llama
Vuelvan al monte, arenas de esta playa,
vuelvan a la roca que sostuve en la intemperie,
yo soy el viejo dios, creé este mundo y no me gusta
ver cómo se gasta en disolverse mi proeza.
Esa flor se hizo polvo, esas estrellas
metáfora de un paso al infinito,
esa ciudad en ruinas fue un imperio,
ese hombre su señor, hoy sólo restan las cenizas.
Por eso vuelvan, regresen a la piedra,
al peñasco en que las aves dan resguardo a sus nidales,
al majestuoso monte que, acunado por los ríos,
dio alero y sal al hombre de erráticos desvelos.
En esa roca yo inscribí su nacimiento,
guardé el secreto de la espera y la conquista,
forjé sus sueños permitiéndole las flechas
y el cimiento para el templo ya olvidado.
Volvió después con un pedrusco en cada mano,
como una honda se lanzó contra las leyes y el destino,
y de seguro fue engañosamente compelido
por su propia arrogancia a la conquista de los cielos.
Vuelvan al monte de mis manos, yo le pido,
sólo soy ya este viejo dios, mis criaturas me hacen falta
mi libertad no está completa, amados hijos míos,
si en las arenas ya no dejan, como un regalo, la esperanza.
19 06 12