Me pregunto: dònde estarà la muerte para poder matarla definitivamnete.
No logro entender que la carne muera.
Que el corazòn deje de latir, y que la vida en un sòlo segundo se escape de las manos.
Que los ojos dejen de brillar con todo su fulgor, tanto como por las noches como por los dìas.
Que las manos ya no acaricien el rostro de aquella madre que llora.
Para què tanta hambre y tanta sed entonces...para què.
Hoy solo me resta decir: Que el hombre, aùn es demasiado pequeño para comprender y aceptar los designios de la vida.