Te ha pasado, que a veces te enceguece el dolor, la angustia, el desvarío. Cuestionas tus actuares, hasta tu propia existencia, y sin darte cuenta, te encierras en un mundo, que vuelve tu alma desolada y lastimera. Sin darte cuenta que has sido tú mismo el responsable, de llegar a ese estado, simplemente por qué no fuiste capaz de luchar contra tus propios sentimientos, quizás un poco mezquinos o egoístas o simplemente caíste en el abismo, por dar demasiado sin darte cuenta...
...Entonces...
Comienza la batalla,
Cae la lluvia, sobre la piel inerte,
Y volviéndose escarcha,
Llega el silencio,
Llenando de vacios, la primavera,
No hay estupor, en la mirada,
Ya no queda nada por que luchar.
Solo preguntarse,
¿Como continuar? sin caer sin desmayar,
La lucha, ahora es con uno mismo,
No hay trincheras, no hay atajos,
Que puedan remediar,
Esta batalla, que se da con uno mismo.
Dios nos hizo dueños,
De nuestro propio camino,
De buscar y hallar el rumbo,
Mientras vamos, ignoramos nuestra conciencia,
Nunca miramos, nuestros pasos,
Por temor a sacar la cuenta,
Cuan equivocados estamos.
Muchas veces, damos pasos en falso,
Arremetiendo contra la vida o contra el hermano
Despreciamos, las caricias que nos ofrecen,
Despreciamos, cobijos y ternuras,
Porque pensamos, que ya no hay esperanzas,
Para corazones destrozados.
Y están allí los sentimientos,
Luchando a contramano,
Quien será, el que ganara esta vez,
Será el egoísmo o tal vez la melancolía,
O quizás la honestidad o la simple cobardía,
¿Alguien lo sabe?
Solo sé, que se nos van los días,
Entre las manos,
Las decisiones, cada vez, son más difíciles,
Así en la vida, van quedando,
Los sentires postergados,
Porque según nosotros, los que nos rodean,
Son más importantes,
Que nuestro propio espacio.
Y se escuchan las palabras…
Entre susurros, la mente y los sentires,
¡Estas equivocada! ¡Vas bien!
Total ya viviste demaciado…
Voces hablan, mas ya no saben que decir,
Volviéndonos esclavos, de esos sentires,
Sentires, que viven dentro nuestro.
Entonces el alma se congela,
En el vacio de la noche,
Se acurruca, porque ya no sabe nada,
Y el silencio, cobija nuestras ansias,
Descansando el alma,
Quedando sola...
Como un faro entre la niebla,
Esperando, llegue la aurora,
Para volver, a emprender el vuelo.